Blogia
Realidad Subjetiva.

El ejercicio de poder en las relaciones de pareja.

El ejercicio de poder en las relaciones de pareja.
Si partimos de la premisa que el poder no se posee, sino se ejerce,  a lo largo de no abordare esta postura de género que plantearía que el poder lo posee un genero, principalmente el masculino y que el otro está privado del poder,  más bien analizare algunos mecanismos y estrategias de ejercicio de poder en las relaciones de pareja y que son independientes del genero.
Hacer un análisis del ejercicio de poder es  profundizar en  cómo opera, bajo que estrategias, que intencionalidades tiene, que objetivos persigue, hacer un análisis del poder, es hacer una reflexión  en torno a lo que es ser humano, en torno a la voluntad, al deseo, a la dominación.
Es replantearse un problema viejo de la humanidad, esa necesidad constante de imponer nuestra voluntad al otro, dominarlo, convertirlo en un objeto que este en relación a nuestro deseo. La pareja al ser un encuentro intersubjetivo no esta exenta de presentar formas de ejercicio de poder, analizare por ende algunos puntos que me parecen relevantes en la forma de ejercer poder en las relaciones de pareja.
Una forma de ejercer poder en las parejas radica en volver un objeto al otro, Jean Paul Sartre, plantea que en un encuentro con el otro se produce una lucha subjetiva,  una lucha en donde se busca reducir al otro a la condición de objeto, anular su subjetividad, convertirlo en una expresión de su deseo, para Sartre a eso se reduce el amor, a un juego de poder, quien mas renuncia a si mismo asume ser el objeto del otro, provocando irremediablemente una relación de amo y esclavo.
Ejemplos de esto los encontramos muy comúnmente en las relaciones de pareja, una vez que pasa el efecto del enamoramiento se busca quitarle al otro los aspectos que se consideran negativos o poco deseables, se busca cambiar su forma de ser, sus hábitos, su forma de pensar, en esencia se busca anular su otredad, su condición de sujeto, se utiliza el amor como discurso ideológico y de dominación para convertir su vida en nuestra vida.
Esto puede tomarse como el punto de partida inicial, es decir como el objetivo del ejercicio de poder, pero aquí surge una pregunta, ¿de qué forma se consigue esto?, ¿Qué estrategias operan para conseguir este objetivo de volver objeto al otro en una relación de pareja?
Hacerlo desde una perspectiva autoritaria fascista conllevaría algo muy burdo, muy visible, si bien es verdad que en muchos momentos históricos fue la estrategia principal de conseguir esto, los cambios de paradigmas, económicos, y sociales han producido que el ejercicio de poder tenga que volverse sutil, invisible, mientras más invisible mejor sus efectos. Me centrare en dos estrategias utilizadas frecuentemente en las parejas para ir produciendo una objetalizacion gradual del otro.
1.    El halago-rechazo.
Freud decía que ante la crítica podemos defendernos, pero ante el halago estamos indefensos, halagar algunos comportamientos del otro se vuelve la principal vía de la repetición del comportamiento deseado, así como el rechazar y condenar comportamientos la vía principal de evitar que se produzcan.
Esto parecería que el paradigma conductista tiene razón, que su planteamiento que en nuestra experiencia humana, todo  se rige por un premio o castigo a nuestra conducta y en cierto punto así es, pero se juega algo mas, se juega el amor, ese sentimiento que en psicoanálisis se interpreta como una necesidad de reconocimiento, ese amor por la imagen que el otro nos devuelve de nosotros mismos, a ese don del otro que es su amor.
Esta estrategia opera desde ese punto precisamente, apela a modificar al otro vía el acto de dar amor o negarlo, dar reconocimiento o critica,  devolverle una imagen de si que lo haga sentir deseado, amado, bien consigo mismo o una versión desagradable de sí. Se traduce en un “te amo en tanto hagas lo que deseo y te desprecio en tanto hagas lo que tu deseas”.
Esto pasa por una imposibilidad de aceptar que el otro es otro, si bien es verdad que el amor incondicional no existe y que siempre amamos interesadamente, tampoco se trata de caer en el extremo de anular al otro, esto lleva a una relación auto erótica, el otro solo como una herramienta.
La situación se complica porque tampoco se puede amar al otro solo por ser, hay dar algo, es necesario perder algo en ese encuentro intersubjetivo, efectivamente el otro ama por lo que se hace por él, por lo que se le da, la pregunta aquí es ¿hasta dónde hay que perder en pos de obtener ese don del amor de otro?
Esta estrategia anula en el otro todo aquello que lo hace sujeto, su libertad, su condición de sujeto deseante, su pensamiento, es decir lo que es, la clave para identificar el grado de poder que el otro ejerce sobre nosotros vía el uso del amor esta en aprender a ubicar el equilibrio entre nuestro deseo y el del otro, cuestionarse sobre ¿Qué tan libre soy estando con esa persona? ¿Qué tanto puedo ser yo mismo y estar acompañado de mi objeto amoroso? ¿Hasta dónde ese amor respeta mi diferencia?
Responderse estas preguntar permite hacer evidente ese ejercicio de poder y al hacerlo visible, tener la posibilidad de alterar su fuerza.
       2.-   Relaciones de saber poder.
Es común que existan relaciones que se estructuran como asimétricas, relaciones en donde el saber juega un papel clave, como bien ha demostrado Foucault, el saber produce poder, en relaciones en donde uno se asume con saber y el otro no se produce una asimetría, esta asimetría conlleva una imposición del que sabe sobre el otro, la modificación opera aquí en relación al saber.
Opera muy parecido a cómo funcionan ciertas terapias psicológicas, el sujeto que acude a terapia coloca en un lugar de saber al terapeuta, a diferencia del psicoanálisis en donde el analista rechaza ese lugar de saber, el psicólogo lo asume y busca desde ese lugar modificar al otro, produciendo una contención al surgimiento de un sujeto deseante.
Esto mismo ocurre en relaciones de pareja asimétricas, al asumir un miembro de la pareja ese lugar de saber tapona el deseo del otro, volviéndolo un reproductor de comportamientos.
Este saber no tiene forzosamente que ser un saber técnico, científico, cultural, aunque en muchos casos si es así también hay otro tipo de saber que se pone en juego, es común escuchar frases como “Yo sé lo que te conviene”, “he vivido más que tu”, “yo sé quién eres realmente” este es un tipo de saber que busca generar una manipulación que pone en duda al otro quien es, que desea, que quiere.
Generan modelos de identificación, atan al sujeto a ciertas formas de expresar lo que es, construyen categorías de permisión o exclusión, categorías de deber ser, obturando la libertad del sujeto, y volviéndolo un objeto.
A modo de conclusión, sería importante rescatar lo que dice Foucault, que ahí donde hay poder siempre hay resistencia al poder, ¿de qué forma resistirnos a este poder? Quizá la mayor forma de resistirse esta en rescatar ese cuidado de si, ese conocerse a sí mismo, saber lo mas que se pueda quien soy, que deseo, ubicar como decía Foucault que somos más libres de lo que pensamos, que lo que comúnmente se  conoce como verdades son construcciones que se han dado en momentos históricos dados y que por ende puede ser destruidas y reconstruidas.


Dejar de percibir al amor como un mecanismo de dominación del otro, como una forma de posesión, de apropiación, empezar a entender el amor como un encuentro con otro, como una forma de acompañamiento existencial, marcado por la libertad y la posibilidad de ser con el otro.

0 comentarios