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Realidad Subjetiva.

La hora de contar verdades

La hora de contar verdades

Ningún gobierno es revolucionario, ninguno pudo serlo, ninguno lo es y ninguno lo será, porque el Estado es una herramienta diseñada para dominar a millones de personas y por eso, sea cual sea el nombre con el que se le designe, el Estado, mientras exista, no dejará de ser una dictadura.

En oposición a los mercados capitalistas, en oposición a la propiedad privada, en oposición al racismo y los credos fantasiosos, y en definitiva, en oposición a todas las miserias que estos generan, el marxismo (todas sus corrientes y todas sus descendientes, desde el troskismo, pasando por el eurocomunismo y hasta el socialismo del siglo XXI) defiende el uso del Estado para controlar todos los medios, confiando, en que la sociedad controlará al Estado y que este servirá a los intereses de la sociedad. Pero el Estado es una herramienta de dominio y en la capacidad de unos para dominar a otros reside el origen de la explotación. Por eso en las revoluciones marxistas continuó existiendo la sociedad de clases y los privilegios, donde los funcionarios y cargos del partido asumían el papel de la derrocada burguesía y algún líder revolucionario el papel del derrocado dictador. Posteriormente, la incapacidad de decidir por el bien de todos, convirtió a los gobiernos en torpes gestores, y reprimían a quienes se oponían a sus torpezas. Por otra parte y al mismo tiempo, el boicot económico y las agresiones militares de los gobiernos capitalistas, hacían y siguen haciendo aun mas difícil para estos estados "socialistas", la adquisición de recursos, generando la escasez y por lo tanto el empobrecimiento de una población que empieza a ver la revolución como sinónimo de hambre y dictadura. Esto generaba aun mas situaciones de rebeldía y los torpes y desbordados gobiernos debían utilizar aun mas la represión para "defender la revolución", algo que los capitalistas supieron aprovechar y siguen aprovechando para su propaganda, pudiendo así, con las dictaduras "comunistas", justificar sus particulares dictaduras capitalistas.

Ninguno de ellos, defensores a ultranza de los Estados socialistas u opositores a los mismos en defensa del capitalismo, conocen el anarquismo. No aceptan sus respectivas equivocaciones, y mientras los capitalistas tachan el anarquismo de caos y los marxistas lo tachan de utópico, todos ellos, en su indiscutible razón e incuestionable sabiduría, se cargan el mundo. Algunos incluso tienen la cara de acusarnos a los anarquistas de contrarrevolucionarios por no apoyar el reforzamiento de las potestades del Estado. ¿No se dan cuenta de que para abolir el capitalismo es necesario abolir el Estado porque ambos reproducen las mismas miserias? ¿Que retrasar la revolución al tiempo que se refuerza el estado hará a las personas mas dependientes del Estado y por lo tanto resultará mas difícil su abolición? ¿No comprenden el significado de la autogestión? Los anarquistas lo tenemos claro. Organizar el anarcosindicalismo para construir el comunismo libertario. Implantar el comunismo libertario, el verdadero, el comunismo sin estado, para generar las condiciones necesarias que permitan construir la anarquía en su plenitud absoluta.

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